Aquella noche Lui no podía estar tranquilo,
sentía una sensación extraña en la
barriga.
“¿Qué me pasa? No tengo ganas de salir, ni
volar y mucho menos de comer mosquitos.
Total, que importa, mejor me quedo aquí
pensando… Seguro que mañana me encontraré con más ganas. Seguro que algo me
animará.
¿Y
si dejo de pensar y salgo al mundo? ¡Uy no! que lo voy a hacer fatal.
Mi vuelo no es brillante, ni majestuoso.
Además escuché a unos niños junto al río decir que soy feo y extraño.
Mejor me quedo aquí . Aquí estoy a salvo y no molesto a los demás
con mi presencia.
Aunque claro, me aburro. Me siento solo y
vacío.
Esto es lo que me toca por ser quien soy. Si
me hubiera tocado nacer ruiseñor… ese sí que es un tipo con suerte. Su
semblante es bello. Y ya ni que decir tiene su voz. SI YO FUERA COMO ÉL…
Así sí que sería fácil. ¡Sería tan feliz!”
Amaneció, a pesar de su malestar Lui se
durmió. Y subió, saltó, voló y sintió el aire en
cada poro de su piel. Sintió la vida en todo su ser. Se dio
cuenta que volaba junto a sus padres queridos.
De pronto despertó. Percatándose de que ya
era de noche.
“Todo ha sido un sueño. Los sueños, sueños
son. Ahora me voy a quedar aquí a pensar y pensar.”
Los únicos pensamientos que le venían eran
las imágenes de su sueño.
“¡Mi papá, mi mamá! Ellos no eran
ruiseñores. ELLOS ERAN MURCIÉLAGOS .Cuanto los amo. Cuanto ellos me amaron.
YO SOY UNO DE ELLOS. Yo soy único, válido y
hermoso tal cómo soy. Y
tal como ellos lo fueron.”
Así que Lui, emprendió el vuelo. Dejó de
pensar tanto y se ocupó de ser tal cual era. Y así se dejó tomar por la vida a través de SER EL MISMO.
Una de las grandes dificultades, con la que
llegan las personas a terapia, es la de no poder sentirse válidos y
SUFICIENTES, tal como son. Sintiéndose muchas veces solos y sin apoyo.
Ojalá todos podamos darnos cuenta como Lui.
Y podamos compartirnos con los demás.
Aceptando nuestras raíces y lo construido
por nosotros mismos.
SIN QUERER SER QUIEN NO SOMOS.
Yolanda de Dios García

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